Verano

A Mercedes

Renuncia el día por la empinada cuesta de la callecita vieja.

Siluetas de libres niños marchan hacia la media esfera naranja; polvareda de olores se levanta a su juego, a pan fresco, bizcochos, sopa tibia y fideos.
Escondidos los grillos dialogan entre sí, escuadrones de luces su vocerío espanta.
Llego a ti y como siempre es verano y el amor, se roba tras los árboles.
Sí, llego cuando las pobres lámparas enmiendan la noche en sus ventanas; vengo apenas viva, y arropas mi necesidad,

en silencio,

cual un aya alivia la congoja.

A ti vuelvo, a la sombra de tu cálido asilo.

A mi vuelvo.

Es verano.

Estoy en casa.

Olga Teresa

Verano

A Mercedes

Renuncia el día por la empinada cuesta de la callecita vieja.

Siluetas de libres niños marchan hacia la media esfera naranja; polvareda de olores se levanta a su juego, a pan fresco, bizcochos, sopa tibia y fideos.
Escondidos los grillos dialogan entre sí, escuadrones de luces su vocerío espanta.
Llego a ti y como siempre es verano y el amor, se roba tras los árboles.
Sí, llego cuando las pobres lámparas enmiendan la noche en sus ventanas; vengo apenas viva, y arropas mi necesidad,

en silencio,

cual un aya alivia la congoja.

A ti vuelvo, a la sombra de tu cálido asilo.

A mi vuelvo.

Es verano.

Estoy en casa.

Olga Teresa