Con el último rayo

Endemoniadamente clara
la luz del Sol, vierte horas a la tarde.
Ajeno, mi corazón yace inmerso
en el valle profundo de las olas;
el vaivén lo apacigua,
lo adormece,
lo desprende…
mas…cuando el último rayo cae
y se cree muerto,
decidido,
apareces tú;
y con una caricia:
lo sublevas; con otra bien honda:
lo crispas
y lo expones,
irremediablemente hacia la vida.

Olga Teresa

Nada es igual

Estaba la Luna cual barco a la deriva,
pero en el cielo.
La espuma del mar era una avalancha de nieve
calando mi desolada piel.
Estaban todavía, las huellas de tus zapatos
perdiéndose en los riscos,
y en mi memoria, tus ojos trepando por mi cuerpo
como piernas a una escalera;
tu aliento refrescante, que sabía a pasto recién cortado,
persistía en quedarse a vivir conmigo;
y tu beso, el último, el desmesurado,
se prendió a mis labios porque llorando le rogué
que así lo hiciera.
No sé que luz sedienta llamó a la muerte por su nombre,
y que mapa embustero te indicó mal el camino;
sólo sé que la Luna, no es » la Luna «,
el mar, no es el mismo
y yo, perdida, doy vueltas oliendo tu rastro
porque sin ti, ni yo soy la misma.
Olga Teresa

Ríos internos

Sonríes y agitas las manos allá abajo.
Desde la cima te observo, diminuto, lejano
parado al medio del círculo de arena.

Atrevidas las gaviotas se acercan,
alguna volando te roza la cara;
una onda de mar llega cansada
trazando una media luna a tus pies,
y un pescador fija sus redes a la soledad.

El viento en lo alto me trae tu aroma,
lo atrapo, lo encierro y libero
en los ríos internos de mí.

Llaman, lo siento. Me vuelvo.
Al disfraz diario regreso;
por dentro, caudales de ti me llevo.

Olga Teresa

Lejos del mundo

Ha de venir la noche en que todos duerman
y me iré despacio a la orilla del mar;
despoblaré todo mi ser por completo,
el mundo y su rostro quedarán atrás.

¡Qué calmo te harás esa noche por mi!
¡Qué clara la estela me habrás de mostrar!
Refleja la Luna, ondulado el camino,
los peces me invitan con ellos a andar.

¿Qué obsequio tendrás para mi en esa noche?
¿Quizás una perla, una estrella fugaz?
¿O con sones marinos me has de arrullar?
¿Qué planes tendrás, qué harás allí conmigo?

Tal vez me digas: vete…humano no soy.
Diré yo: lo humano y el mundo dejé muy atrás,
hoy quiero tu abrazo divino de mar.
Y entonces, fundidos iremos en paz,
tan lejos del mundo, de la humanidad.

Olga Teresa

Verano

A Mercedes

Renuncia el día por la empinada cuesta de la callecita vieja.

Siluetas de libres niños marchan hacia la media esfera naranja; polvareda de olores se levanta a su juego, a pan fresco, bizcochos, sopa tibia y fideos.
Escondidos los grillos dialogan entre sí, escuadrones de luces su vocerío espanta.
Llego a ti y como siempre es verano y el amor, se roba tras los árboles.
Sí, llego cuando las pobres lámparas enmiendan la noche en sus ventanas; vengo apenas viva, y arropas mi necesidad,

en silencio,

cual un aya alivia la congoja.

A ti vuelvo, a la sombra de tu cálido asilo.

A mi vuelvo.

Es verano.

Estoy en casa.

Olga Teresa

Olga:

Hace unos años para este tiempo de «fiestas» habría escrito algo con muchas palabras y quizás cargado de emotividad acorde a la fecha de navidad pero, la verdad, no tengo ganas de tanta perorata, solo compartiré lo que pienso para mi y, por si a alguno de ustedes le interese leer, aquí va
Olga:
-Vive a pleno, pero no jodas a otros por hacer lo que quieres.
-Sé amable, pero si no lo son con vos, a la m… con los modales.
-Sé buena, pero hasta que los demás olviden serlo contigo.
-Disfruta sin ostentarlo.
-Ayuda, pero a quien se lo merece.
-Ama, pero no adores a nadie.
-Defiende la vida, pero empieza por tu casa y tus seres queridos.
-No hagas el mal, a la larga es malo para tu salud.
-Respeta y cuida a los animales y a la naturaleza.
-Quiere educa y ayuda a los niños y a tus hijos, porque ellos lo harán contigo cuando seas vieja.
-Arrepiéntete pide perdón y trata de no volver a hacerlo.
En definitiva: no perjudiques a nadie con tus palabras y acciones, lo mejor de la vida es estar bien con tu consciencia.

Entre paréntesis

Finalmente acabó.
( Cercano y volátil
ruges, exhibes tu magnitud,
quieres, pero no me alcanzas
la Tierra lo impide
la Luna te manda.
Posees a la arena y al viento,
a mi, la distancia y las nubes me siguen.
Ando lejos, sin saber por donde sale
o se oculta el Sol.
Siempre duermo y transcurro
cuando vuelvo a casa.
Voy en viaje, medio muerta. )
Érase una vez, cada tanto, el Mar y Yo.

XXL raros

XXL RAROS
Es rara la gente, es rara.
Rara en sus Dioses, sus ángeles;
en la cama tiene sexo
por el mediodía, almuerza.
A toda hora contraindica
sus decisiones pasadas
inventando mil pretextos
que los puedan excusar.
Gente rara, apresurada
corre en vano todo el día
sin mirar adonde pisa
ni escuchar voces cercanas.
Y en sus noches sobra tiempo
hay vacío y soledad;
solo recuerda la siembra
cuando quiere cosechar.
Raro es hallar otra gente.
Raro, que solo a un Dios le ore,
que en las madrugadas ame
y al comer su pan, convide.
Y que a toda hora revierta
sus equívocos pasados
intentando mil disculpas
que los pueda redimir.
Raro es el caminar lento,
raro, aprovecharse el día.
Raro elegir una senda
y raro, a una voz seguir;
y aún más, soñar de noche
solo con la imagen suya;
es raro sembrar amor
y obtener felicidad.

Olga Teresa

El lorito que habla francés

EL LORITO QUE HABLA FRANCÉS
«Todos los piratas tienen un lorito que habla en francés…»
Joan Manuel Serrat.
A la copa de mi níspero
muchos loritos se posan
mas pocos son los que gozan
de una grata bienvenida;
la planta está destruida
con sus bravos picotazos,
ella necesita brazos
que la mimen y recojan,
el fruto que ellos arrojan
después de tantos zarpazos.

Pero uno era diferente
el loro que fue mi agrado,
se mostró tan refinado
su andar gallardo, seguro,
no comía con apuro
y por su acento francés,
quizás lo tuvo un marqués
o por ser muy solitario
se me hace que fue un corsario

el que le enseñó,tal vez.
Todas éstas conjeturas
que hubieron en mi cabeza
me dieron una certeza:
el loro quiere ser mío.
Y como en nadie confío
ha sabido conquistarme;
y con su fineza y charme
el loro lo ha conseguido,
dando clase a mi marido
de cómo debe tratarme.
Hoy el loro que descubrí
en mi planta bien amada
es un ave afortunada,
se ha ganado la confianza
por ser bueno en la enseñanza.
Mas, yo veo que se pasa
se cree el rey de su raza,
manda junto a mi pareja.
Fin del cuento, moraleja:
traeré un gato a la casa.

Olga Teresa